Diana Jaramillo
El tiempo siempre acompaña. Aunque el cielo este nublado, la temperatura no sea agradable, o el cielo sopla refrescante debo desplazarme al lugar de destino, que por lógica consecuente es el mismo todos los días desde hace dos años: La universidad Luis Amigó”.
Al llegar tarde un día cualquiera a una clase de seis de la mañana, me senté al lado de mi buen amigo Cross, quien entre comentarios aseguró que la única diferencia de ser estrato medio cuatro y cinco, era que algunos tenían carro y otros deben “resignarse” a dar una vuelta por todo Medellín para lograr llegar a su destino y, depende de la pereza que el usuario del transporte urbano maneje para llegar temprano al lugar de destino. Pues no soy la única que llega 20 minutos después haber comenzado alguna clase, sino que al igual que yo, hay otra cantidad de personas que miran el reloj constantemente y sienten sus piernas presionadas de hacer fuerza, para que el bus en el que viajan no forme en un aglomerado de gente y segundo, que los tacos por la cantidad de flujo vehicular no los retengan en una situación sin salida.
Tener un carro es un sueño, pero qué diferencia puede ser quedarse en un taco en un carro que, en un bus, ir al centro de la ciudad desde el sur o desde el norte, si la congestión del tránsito se esparció como un virus a los demás municipios del Área Metropolitana.
Desplazarse al centro desde Envigado es una cuestión de paciencia, aunque se cuenta con la Avenida Las Vegas, La Regional y la Avenida El Poblado, el trancón es un asunto del día a día, pues además de la gran demanda de carros, pareciera que la Alcaldía de Medellín quisiera hacer obras por todas las vías del municipio, haciendo que la movilidad por la ciudad sea una odisea.
Cualquier iniciativa que tenga el propósito de solucionar esta situación como la de retirar 36 rutas de buses del centro de Medellín, debe ser vista con buenos ojos, obviamente habrán quienes la apoyen y quienes no y siempre y cuando las medidas tomadas no sean para beneficio de unos pocos podré esperar llegar puntual a la clase de 6 de la mañana algún día.
Al llegar tarde un día cualquiera a una clase de seis de la mañana, me senté al lado de mi buen amigo Cross, quien entre comentarios aseguró que la única diferencia de ser estrato medio cuatro y cinco, era que algunos tenían carro y otros deben “resignarse” a dar una vuelta por todo Medellín para lograr llegar a su destino y, depende de la pereza que el usuario del transporte urbano maneje para llegar temprano al lugar de destino. Pues no soy la única que llega 20 minutos después haber comenzado alguna clase, sino que al igual que yo, hay otra cantidad de personas que miran el reloj constantemente y sienten sus piernas presionadas de hacer fuerza, para que el bus en el que viajan no forme en un aglomerado de gente y segundo, que los tacos por la cantidad de flujo vehicular no los retengan en una situación sin salida.
Tener un carro es un sueño, pero qué diferencia puede ser quedarse en un taco en un carro que, en un bus, ir al centro de la ciudad desde el sur o desde el norte, si la congestión del tránsito se esparció como un virus a los demás municipios del Área Metropolitana.
Desplazarse al centro desde Envigado es una cuestión de paciencia, aunque se cuenta con la Avenida Las Vegas, La Regional y la Avenida El Poblado, el trancón es un asunto del día a día, pues además de la gran demanda de carros, pareciera que la Alcaldía de Medellín quisiera hacer obras por todas las vías del municipio, haciendo que la movilidad por la ciudad sea una odisea.
Cualquier iniciativa que tenga el propósito de solucionar esta situación como la de retirar 36 rutas de buses del centro de Medellín, debe ser vista con buenos ojos, obviamente habrán quienes la apoyen y quienes no y siempre y cuando las medidas tomadas no sean para beneficio de unos pocos podré esperar llegar puntual a la clase de 6 de la mañana algún día.
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